Este fin de semana he ido a mi tierra ya que era la romería de mi pueblo (Guazamara) y quería hacer una tirada larga por montaña como preparatorio de mi próxima carrera en Jaén que será la más larga que he hecho hasta el momento (35,5 km y 2200 m de desnivel positivos y otros tantos negativos), así que me puse en contacto con mi amigo Pedro para que buscara una buena ruta para correr. Tengo que agradecerle el gran esfuerzo realizado ya que además de tener todavía alguna secuela de su caida de la bici y de que últimamente no corre a pie casi nada, hizo la hazaña de hacer una ruta muy extensa para sus condiciones actuales pero a pesar de ello acabó como un campeón. He disfrutado enormemente de esta mañana de sábado corriendo donde más me gusta y es en plena naturaleza, pero no voy a describir la ruta yo, sino que voy a poner la crónica que me ha enviado Pedro en donde se puede apreciar que es mucho mejor escritor que yo ya que no tiene desperdicio, desde luego Pedro que deberías de hacerte un blog para que todos disfrutáramos de tus relatos.
Bueno paso a copiar la crónica de Pedro añadiéndole algunas fotos ya que han salido algunas muy buenas:
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"…pero todo sea por pasar una matinal indeleble.
De este modo concluía el último contacto vía e-mail con Jose, y vaya
que sí, pues perdurable será el recuerdo que esta va a dejar en mis
maltrechas piernas. Pero no adelantemos acontecimientos, y procedamos a
lo que nos deparó esta heteróclita salida.
De buena mañana, salimos en coche desde Terreros, en dirección a la rambla de Chuecos. Paramos en la
carretera vieja de Campico López, justo en su cruce con la carretera
antigua (nacional) de Mazarrón, punto desde el que iniciamos, una vez
que ultimamos las indumentarias y la provisión de vituallas.
Los
primeros tres kms serían por asfalto, no era un propósito inicial este,
pero con ello conseguiríamos: por un lado meter algún metro de desnivel
acumulado y por otro lado incrementar el total de kms. Iniciamos la
marcha, y en apenas diez minutos dejamos atrás el alto del Campico los Lirias. La temperatura de inicio, ideal: 15ºC, sin apenas viento, y con poca incidencia adversa de Helios; a pedir de boca.
Pronto cruzamos gran parte del campo de almendros que dominan las zonas
más llanas de estas tierras, y repentinamente nos adentramos en la
primera senda entre pino de la jornada, la senda de la cuesta azul,
la cual haríamos en los sentidos; yo particularmente aún tengo dudas si
sufrí
más subiendo o bajando. Un deleite para nuestros sentidos, pues en
nuestras retinas ha reinado durante mucho tiempo la imagen abrupta y
árida, propia de un desierto. A Jose estas sendas lo transportan a su
penúltima vivencia en la Sierra de Huetor.
Completados los nueve
kilómetros y cubierto un tramo de pista, iniciamos la segunda senda: la del Buho,
cuyo desnivel en este primer paso sería totalmente positivo, ni que
decir tiene que ocurre si cambias de sentido. El tránsito está siendo
jovial, amenizado por el cante de gorriones, jilgueros, perdices,
cucos,… lo que facilita que casi sin darnos cuenta hayamos irrumpido en
la zona más baja de la finca de Villarreal, zona de reserva
biológica.
Y he aquí una mala noticia: en plena rambla y los eucaliptos
que surcan la directriz de la misma, están siendo azotados por la sequía
de forma asoladora. De inmediato el fotograma cambia, nos hemos colado
en mitad de un campo
de golf, que a día de hoy, parece no haber cerrado aún las puertas,
con la que está cayendo (pero no vamos a entrar en este asunto ahora).
Doce kilómetros, y al fondo divisamos nuestro siguiente objetivo, la sierra Almenara, cerca de las Zerricheras,
donde se encuentra una de las mayores colonias de tortugas moras,
cifradas en más de mil; y Zona de Especial Protección para las Aves,
pues estudios y seguimientos biológicos revelan que es este un lugar de
zona de paso de aves migratorias. En breve, divisamos un ave de
considerable tamaño: en mi opinión un águila, pero el cansancio y la
perspectiva no me permite precisar cual es el tipo de la rapaz. Tercera
senda entre carrascos y piñoneros, momento en que decidimos
avituallarnos, antes de terminar el ascenso. Una vez concluido este
recopilación de datos: dos horas menos cuarto, dieciséis kilómetros y
cuatrocientos cuarenta metros de desnivel acumulado; quizás
habría sido mejor no saberlo.
Ahora tenemos que comenzar a deshacer el
camino, o lo que es lo mismo doblar lo obtenido. En mi caso, que para
nada fue así en el de Jose, la euforia se transformó en la incertidumbre
propia del poco bagaje kilométrico de este año. Además el
sol, se había deshecho de la calima matinal, y comenzaba a castigar. A
correr mientras se pueda, y así fue porque en el kilómetro veintidós, mi
tren de rodaje finiquitó: avanzaba más andando que corriendo; se dice
que en salidas de montaña es fácil que algunos tramos haya que andar,
pero como excusa tiene que haber una cuesta.
Cuando
deshacíamos la primera senda (ahora la última), escuchábamos voces de
fondo de bikeros, pero cuando pudimos divisarlos habían transpuesto; más
tarde en el penúltimo cruce, y después de haber errado en la decisión
de atajar, nos encontramos con tres ciclistas
lorquinos a juzgar por sus maillot´s que andaban
desorientados, y es que cuando llevas un tiempo dentro de un bosque
todos los pinos te resultan iguales. Este hecho supuso que tuviera que
guardar la compostura atlética de correr más de lo que mis piernas me
permitían y acabé con toda mi reserva, ni las allozas ingeridas
producían efecto. ¿Qué hacer? Pues terminar como pudiera. Jose, en plena
exhibición, a estas alturas era capaz de correr como al inicio,
acentuando la intensidad en la última bajada; permitiéndose además la
destreza de divisar hasta tres “testudo graeca” de forma consecutiva,
como colofón.
Y
final feliz, satisfechos por varios motivos: la vuelta (la vuelta a
hacer deporte después de casi tres semanas en el “dique seco”), la
distancia (treinta y tres kilómetros), el lugar (es la primera vez que
lo hacemos corriendo), y la compañía (no hay como hacer algo que te
gusta, con alguien que le satisfaga).
Un placer, un gusto."
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Pues sí Pedro, el placer también ha sido mio. La ruta me ha encantado ya que como bien dices, estamos demasiado acostumbrados al paisaje árido de sureste español y parece increible encontrarse estos parajes tan cerca de casa y este es uno de los motivos por los que cada día me gusta más este deporte ya que descubre uno sitios que de otra manera no los habríamos visto jamás y ese último colofón de avistar hasta tres tortugas moras (Testudo Graeca) en tan solo 150 m ha sido un deleite para la vista y una esperanza de que esta bella especie no parece estar tan mal de conservación ya que encontrar una hembra de este tamaño es toda una esperanza.
Los datos:
Distancia: 33 Km
Desnivel acumulado positivo: 760 m.
Desnivel acumulado negativo: 763 m.
Tiempo: 4h 14'
Estupendo relato, transmitís que os gusta este tema de manera especial.
ResponderEliminarAlguna vez lo habreis escuchado de boca de Jose.¡Estoy seguro! "Correr" en plena naturaleza, te hace tener una sensación de libertad bastante integra.
ResponderEliminar¡También se puede conseguir con distancias más asequibles!
Pedro Gª Carrasco.