Hoy me toca hacer una crónica difícil, y es intentar relatar la que ha sido una gran experiencia vivida, en la que he disfrutado mucho y a la vez sufrido muchísimo, teniendo que tomar una difícil decisión. La Travesera es LA CARRERA de las ultras de montaña. Considerada por la ITRA como la segunda con mayor dificultad técnica de España. Los datos técnicos por sí solos ya asustan: Distancia : 74 Kms. y Desnivel: +6.560/-6.585. Consiste en
completar una gran travesía de alta montaña desde Covadonga hasta Cabrales, atravesando los 3 mazizos de Picos. Un gran ultra trail que circunvala la mayoría del Parque Nacional de los PICOS de EUROPA, y asalta varios collados que superan los 2.000 metros. Su belleza y dureza son altísimas y era consciente de que me enfrentaba a un reto mayúsculo, el cual no sabía bien como entrenar en Almería y en solitario. Me dediqué a acumular entrenos y desnivel llegando a alcanzar cifras bastante superiores a lo que nunca antes había hecho, en los 5 primeros meses del año (1.500 km y 55.000 m+), pero la mayoría fueron entrenos relativamente cortos. Tenía intención de hacer varias salidas largas, de muchas horas, por Sierra Nevada, pero diversos contratiempos me lo impidieron. Aún así iba muy animado y esperanzado de poder estar a la altura de tal reto, y con mucha ilusión y ganas me planté en la línea de salida en El Repelao, 155 m. (Covadonga) a la 1:00 de la madrugada, hora a la cual nos dejó el autobús que nos trajo de Cabrales, donde estaba la meta y mi hotel. Estando en la salida me vinieron gratos recuerdos de otra ocasión en la que estaba en el mismo sitio para tomar salida en la que para entonces era también la carrera más dura a la que me enfrentaba, fue en el 2012 para la maratón xtreme Lagos de Covadonga. En aquella ocasión quizá tenía más factores en mi contra para llegar a meta, pero aún así lo logré. Claro que no se puede comparar una carrera con la otra.
A las 2:00 tiene lugar la salida, animados por el speaker Rubén Nembra, y con la música de Thunderstruck de ACDC a tope, lo cuál me trajo buenísimos recuerdos de otra ocasión, la Transvulcania de 2014 en la que salimos con esta misma canción. Así que con tales precedentes tengo la adrenalina a tope. Estoy en una posición bastante buena, fila 3, ya que no quiero pillar mucho tapón en el sendero después del asfalto. La salida es súper rápida, con 1 Km de asfalto donde vamos como locos. Yo levanto los brazos para conectar el frontal de la cabeza mientras corro, que aún no lo había hecho, y recibo un codazo en el brazo que hace que arranque la luz frontal de la cinta que lo sujeta a la cabeza. Menudo susto me llevo ya que me creo que se ha roto y terminaría mi carrera ahí mismo, pero veo que funciona así que me paro a encajarlo de nuevo, lo cual me hace perder tiempo y al llegar al sendero, muy estrecho, embarrado y con fuerte pendiente, no podemos casi ni andar del tapón tan enorme que hay. Así que vamos avanzando poco a poco durante bastante tiempo hasta que el pelotón se empieza a estirar y podemos ir aumentando el ritmo, colocándose cada uno a su nivel.
La temperatura es buenísima para estas horas, así que tengo que bajarme los manguitos y aún así voy sudando a chorros. Es increíble pero estoy pasando mucha calor en plenos Picos de Europa y de madrugada. Vamos prácticamente siempre en constante ascenso hasta llegar a la Vega de Enol, muy animada. Increíble como la gente esperaba a esas horas, pero no solo allí que había un avituallamiento, en todo el recorrido te encontrabas de vez en cuando en medio de la montaña a alguien animando, para quitarse el sombrero. Llego a este control con muy buenas sensaciones y super motivado. A pesar de la oscuridad, gracias a la luna llena puedo contemplar de reojo las deslumbrantes aguas del Lago, una vista preciosa. Tenemos algo más de un km de bajada por pista que hago a buen ritmo pero sin cebarme. Volvemos al sendero en subida y voy bastante bien ya que adelanto más que me adelantan, pero en ningún momento siento que vaya pasado de vueltas, siempre controlando, eso si, sudo mucho, pero mucho. Por esta subida se nos hace de día, con un amanecer espectacular en medio de esas increíbles montañas, imágenes que no olvidaré nunca.
Terminado este primer ascenso, de más de 2.000 m+, empieza la bajada a Caín, donde está el segundo control y el primer avituallamiento sólido. La bajada tiene partes bastante técnicas, tanto que en una hay un cartel de prohibido correr, cosa que yo no tenía intención de hacer. Conforme voy bajando empiezo a notar que el gemelo derecho quiere dar guerra, así que estando tan solo en el km 26 y sabiendo todo lo que me queda aún, empiezo a indignarme porque se que tarde o más bien temprano, me vendrán los calambres. He tomado varios sobres de sales, y ahora me tomo un bote de magnesio, pero no hay nada que hacer, poco antes de llegar a Caín me da un calambrazo en el gemelo que tengo que parar en seco, y eso que ya llevaba unos km que había disminuido el ritmo. A partir de ahora se que tengo prácticamente nulas posibilidades de terminar esta carrera, Ya que una carrera tan durísima y con unos tiempos de corte tan ajustados, no admite ninguna debilidad. Os podéis imaginar el mosqueo que llevo encima. Llego a Caín, km 29, con 2.320 m+ y 2.000 m-. me tomo el avituallamiento con calma, como bastante, bebo mucho y estiro.
Macizo de los Urrieles o Macizo Central:
Salgo del pueblo tranquilamente andando. Se que lo que me espera va a ser durísimo, en 11 km hasta Urriellu, tenemos por delante 2.100 m+, pero si esto no fuera poco, al salir del pueblo veo un cartel confirmando estas cifras y además también 650 m-, con lo cual el ascenso será aún más duro. Y pronto lo compruebo al subir por el Sedo Mabro, una canal casi vertical, en la que en un tramo hay que ayudarse de cuerdas, ¿esto es una carrera o escalada?
Tras superar esto, nos adentramos en el temido Canal de Dobresengos, del cual me habían hablado mucho en el pueblo de Cabrales, siempre haciendo referencia a su extremada dureza. Y no mentían, su dureza es extrema, incluso ayudado por los bastones me cuesta subir, además hay partes con mucha piedra suelta lo que dificulta aún más el avance. Voy tan lento para evitar los calambres, que no paran de adelantarme corredores y corredoras, me adelantan muchos, más de 100, y llevo la moral por los suelos. Me adelanta hasta gente que tiene poca pinta de corredor y empiezo a darme cuenta de la soltura con que se mueven por aquí de la cual yo carezco, y es que esta carrera hay que entrenarla a conciencia en terreno muy escarpado.
Sigo avanzando como puedo, entre rocas, precipicios y nieve, y hasta me ocurre algo que no me había pasado nunca, no voy a decir que fuera miedo, los que me conocen saben que eso es difícil en mi, pero si bastante preocupación, ya que hay tramos muy complicados, y no voy muy centrado, incluso algo mareado. No me encuentro muy bien, y a estas alturas la balanza entre disfrute y sufrimiento está bastante inclinada hacia lo segundo. Empiezo a hacerme una y otra vez las fatídicas preguntas: "¿que hago aquí? ¿quién me ha mandado a mi meterme en esto? ¿que necesidad tengo yo de esto si a mi lo que me gusta es correr?...". Aún así quiero seguir e intentar vencer los contratiempos, pero las horas pasan y avanzo muy poco, tanto que empiezo a dudar de que aunque quiera, pueda continuar , porque los tiempos de corte son cada vez más ajustados. Y es que le han quitado dos horas de tiempo máximo, pasando a ser 20 h.
Ya estoy atravesando la famosa Horcada de Caín, la cual se me atraganta un poco, haciéndose interminable el ascenso por ese pedregal calcáreo.
Al fin me voy acercando al siguiente punto de control, El Refugio de Urriellu, con la magestuosa presencia del Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes) ya frente a mi. A pesar de todo disfruto de las vistas, y hago paradas para contemplar aquellos increíbles paisajes y hacerme alguna foto.
Llego al refugio sobre las 13:00, y aunque lo hago media hora antes del cierre de control, todo el mundo me dice que no llegaré a tiempo al siguiente punto, algo que ya me habían dicho un poco antes. Esto me hunde más aún, y al final decido abandonar. Estoy muy cansado, Picos ha podido conmigo. Además me duelen mucho las plantas de los pies, y los metatarsos, que no lo habían hecho desde que volví a correr después de parar 6 meses por este motivo en 2015. Ahora me arrepiento de no haber intentado seguir hasta el siguiente punto de control y por lo menos haber hecho otro tramo pasando por la Collada Bonita, pero en ese momento estaba bastante mal y probablemente fue la mejor decisión que pude tomar, ya que aquello era muy peligroso y exigía estar al 100 %. Vi muchas caídas a mi alrededor, aunque ninguna grave, pero el helicóptero no paraba de dar viajes rescatando a gente, y eso que nos advirtieron de que solo se rescataría a los heridos graves que no pudieran evacuarse por sí mismos. De hecho yo tuve que andar, después de retirarme, más de 8 km por una senda interminable, para llegar al pueblo de Sotres donde un chaval muy majo me llevó en su coche a Arenas de Cabrales.
Hasta el Refugio de Urriellu fueron 40 km con 4.300 m+ y unos 2.500 m-. Luego en los 8 km que tuve que hacer para retirarme, hice unos 1.000 m- más.
Ahora toca período de reflexión. Tras terminar la carrera me quedé sin ganas de volver a correr algo así en mi vida. Acabé muy vacío y sin querer hacer carreras tan técnicas jamás. En la cena vi a un amigo de León, Raulín, el cual al decirle que jamás volvería me dijo, ya te preguntaré mañana. Es algo habitual que tras algo tan duro, lo primero que digas es que no vuelves, y luego vayas cambiando de idea poco a poco. A mí me ha costado pero conforme van pasando los días me voy animando un poco más y ahora tengo claro que algún día volveré, no se si el año que viene o dentro de 10, pero volveré al Repelao con la intención de completar esos mágicos 74 km. Y es que los que hacemos este desporte tenemos bastante de masoquistas. No sé que tendrá esto que engancha tanto, pero cuando uno piensa en lo vivido, esas montañas tan increíbles, esos bosques y prados tan verdes llenos de vacas, ese espectacular amanecer, la gente tan extraordinaria del norte como nos animaba, los ánimos de los demás corredores, etc. Es una experiencia que engancha y merece la pena todo lo sufrido. Eso sí, volveré mucho más preparado para enfrentarme a un reto tan mayúsculo, ahora que ya se bien a que me enfrento, porque aunque me dijeran por activa y por pasiva que aquello era durísimo, nadie se puede hacer una idea de lo que es hasta que estás allí en medio, luchando contra esas montañas, contra ti mismo y ese amigo invisible que te dice que te rindas, que ya es suficiente y que no hagas más locuras.
VÍDEO:
Macizo de los Urrieles o Macizo Central:
Salgo del pueblo tranquilamente andando. Se que lo que me espera va a ser durísimo, en 11 km hasta Urriellu, tenemos por delante 2.100 m+, pero si esto no fuera poco, al salir del pueblo veo un cartel confirmando estas cifras y además también 650 m-, con lo cual el ascenso será aún más duro. Y pronto lo compruebo al subir por el Sedo Mabro, una canal casi vertical, en la que en un tramo hay que ayudarse de cuerdas, ¿esto es una carrera o escalada?
Tras superar esto, nos adentramos en el temido Canal de Dobresengos, del cual me habían hablado mucho en el pueblo de Cabrales, siempre haciendo referencia a su extremada dureza. Y no mentían, su dureza es extrema, incluso ayudado por los bastones me cuesta subir, además hay partes con mucha piedra suelta lo que dificulta aún más el avance. Voy tan lento para evitar los calambres, que no paran de adelantarme corredores y corredoras, me adelantan muchos, más de 100, y llevo la moral por los suelos. Me adelanta hasta gente que tiene poca pinta de corredor y empiezo a darme cuenta de la soltura con que se mueven por aquí de la cual yo carezco, y es que esta carrera hay que entrenarla a conciencia en terreno muy escarpado.
Sigo avanzando como puedo, entre rocas, precipicios y nieve, y hasta me ocurre algo que no me había pasado nunca, no voy a decir que fuera miedo, los que me conocen saben que eso es difícil en mi, pero si bastante preocupación, ya que hay tramos muy complicados, y no voy muy centrado, incluso algo mareado. No me encuentro muy bien, y a estas alturas la balanza entre disfrute y sufrimiento está bastante inclinada hacia lo segundo. Empiezo a hacerme una y otra vez las fatídicas preguntas: "¿que hago aquí? ¿quién me ha mandado a mi meterme en esto? ¿que necesidad tengo yo de esto si a mi lo que me gusta es correr?...". Aún así quiero seguir e intentar vencer los contratiempos, pero las horas pasan y avanzo muy poco, tanto que empiezo a dudar de que aunque quiera, pueda continuar , porque los tiempos de corte son cada vez más ajustados. Y es que le han quitado dos horas de tiempo máximo, pasando a ser 20 h.
Ya estoy atravesando la famosa Horcada de Caín, la cual se me atraganta un poco, haciéndose interminable el ascenso por ese pedregal calcáreo.
Al fin me voy acercando al siguiente punto de control, El Refugio de Urriellu, con la magestuosa presencia del Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes) ya frente a mi. A pesar de todo disfruto de las vistas, y hago paradas para contemplar aquellos increíbles paisajes y hacerme alguna foto.
Llego al refugio sobre las 13:00, y aunque lo hago media hora antes del cierre de control, todo el mundo me dice que no llegaré a tiempo al siguiente punto, algo que ya me habían dicho un poco antes. Esto me hunde más aún, y al final decido abandonar. Estoy muy cansado, Picos ha podido conmigo. Además me duelen mucho las plantas de los pies, y los metatarsos, que no lo habían hecho desde que volví a correr después de parar 6 meses por este motivo en 2015. Ahora me arrepiento de no haber intentado seguir hasta el siguiente punto de control y por lo menos haber hecho otro tramo pasando por la Collada Bonita, pero en ese momento estaba bastante mal y probablemente fue la mejor decisión que pude tomar, ya que aquello era muy peligroso y exigía estar al 100 %. Vi muchas caídas a mi alrededor, aunque ninguna grave, pero el helicóptero no paraba de dar viajes rescatando a gente, y eso que nos advirtieron de que solo se rescataría a los heridos graves que no pudieran evacuarse por sí mismos. De hecho yo tuve que andar, después de retirarme, más de 8 km por una senda interminable, para llegar al pueblo de Sotres donde un chaval muy majo me llevó en su coche a Arenas de Cabrales.
Hasta el Refugio de Urriellu fueron 40 km con 4.300 m+ y unos 2.500 m-. Luego en los 8 km que tuve que hacer para retirarme, hice unos 1.000 m- más.
Ahora toca período de reflexión. Tras terminar la carrera me quedé sin ganas de volver a correr algo así en mi vida. Acabé muy vacío y sin querer hacer carreras tan técnicas jamás. En la cena vi a un amigo de León, Raulín, el cual al decirle que jamás volvería me dijo, ya te preguntaré mañana. Es algo habitual que tras algo tan duro, lo primero que digas es que no vuelves, y luego vayas cambiando de idea poco a poco. A mí me ha costado pero conforme van pasando los días me voy animando un poco más y ahora tengo claro que algún día volveré, no se si el año que viene o dentro de 10, pero volveré al Repelao con la intención de completar esos mágicos 74 km. Y es que los que hacemos este desporte tenemos bastante de masoquistas. No sé que tendrá esto que engancha tanto, pero cuando uno piensa en lo vivido, esas montañas tan increíbles, esos bosques y prados tan verdes llenos de vacas, ese espectacular amanecer, la gente tan extraordinaria del norte como nos animaba, los ánimos de los demás corredores, etc. Es una experiencia que engancha y merece la pena todo lo sufrido. Eso sí, volveré mucho más preparado para enfrentarme a un reto tan mayúsculo, ahora que ya se bien a que me enfrento, porque aunque me dijeran por activa y por pasiva que aquello era durísimo, nadie se puede hacer una idea de lo que es hasta que estás allí en medio, luchando contra esas montañas, contra ti mismo y ese amigo invisible que te dice que te rindas, que ya es suficiente y que no hagas más locuras.
VÍDEO:
Bonita experiencia a pesar de los momentos duros se te ve disfrutando en cada momento, disfrutando del paisaje de sus gentes , esto realmente es lo más gratificante de esta travesía . A seguir y sobre todo disfrutar . Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Anónimo. Un saludo!
EliminarMuy buenas Don José!Me gustan mucho tus crónicas,me parece que describen con todo detalle el sentimiento y las sensaciones que se llegan a sufrir en este tipo de carreras,ánimo que la travesera te la terminas la próxima vez seguro.Por cierto estoy mirando para comprar una camiseta sporthg como la que llevas,y no conozco a nadie que la tenga,¿Podrías decirme que tal funciona? Y sobretodo si es dura y resistente.Muchas gracias.Salud y kilómetros
ResponderEliminarMuy buenas Don José! Me gusta mucho la descripción que haces de las carreras,me parece que reflejan muy bien los sentimientos y sensaciones que se llegan a sufrir en este tipo de carreras,recuperate pronto y la travesera te la terminas el año próximo.Por cierto estoy interesado en comprar una camiseta sporthg como la que llevas en las fotos,pero no conozco a nadie que la tenga,¿Podrías decirme que tal funciona? ¿Es cómoda? Y sobretodo si es dura y resistente.Muchas gracias.Salud y kilómetros.Un saludo
ResponderEliminarHola Aitor, gracias por tus palabras. En cuanto a la camiseta es comodisima, me encanta. Si te fijas la llevo en varias de mis crónicas tanto en carrera como en entrenos. Funciona muy bien para el frío y también con calor. La cremallera viene muy bien si te da calor y yo la combino con unos manguitos. Resistente parece que si es ya que aún no se ha estropeado nada. Así que te la recomiendo totalmente. Por cierto, en la Travesera la vi mucho. Un saludo!
EliminarHola
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