De Messis y Cristianos.
El pasado Domingo de Ramos, iniciando mi
Semana Santa particular, conocí a un crack y, seguro, a una víctima del
consumo y la publicidad que a todos nos envuelve.
Estaba exhausto, también satisfecho y
por zonas dolorido, pero sin duda ilusionado tras terminar una de tantas
carreras de montaña que hay por nuestros preciosos, y desconocidos por
muchos, parajes naturales. Iba muy bien preparado, un plan de
entrenamiento de 40 semanas seguido con precisión suiza, muchas horas de
esfuerzo solitario en el gimnasio, las mejores zapatillas de trail
running con Gore-Tex por si la metereología cambiaba y se equivocaba la
previsión, con la naturaleza no se juega claro está, gafas de sol con
filtros homologados, gorra ultra ligera y ropa transpirable dry fit,
reloj GPS con el track de la prueba y cargados mapas de la zona, medias
de compresión que, sin duda, mejoran la circulación y evitan que tenga
sobrecargas en mi potente tren inferior, ampollas de glucosa para evitar
desvanecimientos, una cada 10 km no más, nunca se deben olvidar las
sales minerales, imprescindible, en fin, todo perfectamente planificado,
o eso creo, según los cánones y consejos establecidos por los expertos
en la materia para correr una mañana por el monte o, tal vez, irte seis
meses a la guerra.
Tras pasar por meta y ver mi tiempo en
el videomarcador, comencé con mi ritual de siempre, hidratación al
máximo, estiramientos suaves y bien definidos, 30 segundos cada pierna,
me bajé, ¡qué alivio! las calcetas de compresión, revisé el track en el
GPS, 25 km con 1100 metros de desnivel positivo… uff ¡qué paliza!,
comparé los tramos y tiempos por vuelta, desmenucé mi gráfico con las
pulsaciones, entregué el chip… todo correcto.
Un reto más completado dijo una
vocecilla en mi interior… De repente, mi rutina cambió, algo no estaba
en el guión preestablecido, empecé a escuchar un leve murmullo que iba
poco a poco in crescendo entre los espectadores. Al principio no le dí
importancia y seguí con mi hoja de ruta, ahora me tocaba masaje en las
piernas con un gel relajante y vasodilatador, hasta que el speaker de la
prueba exclamó: ‘¡Paco está a punto de llegar a meta!’. No lo entendía,
yo había completado el exigente recorrido casi 20 minutos antes y no
había levantado ninguna expectación, ni tan siquiera habían mencionado
rápidamente mi nombre entre la indiferencia del respetable, nadie se
había acercado a preguntarme ¿estás bien? ¿te ha gustado el recorrido?.
Los asistentes seguían haciendo corrillos y murmuraban sin cesar… ¿Qué
pasa? Seguía sin entender nada. Me acerqué a una chica de la
organización y le pregunté ‘¿Quién es Paco?’ Me dijo: ‘el abuelo…
también corre su hijo y nieta aunque van un poco más atrás… tres
generaciones en la misma prueba’. Giré mi cabeza, tras quitarme el
Camelbak de 2 litros de capacidad y 120 euros de coste, hay que reponer
líquidos antes, durante y tras la carrera, y divisé la sombra, que se
desplazaba cual galgo hambriento tras liebre, de un hombre de apariencia
endeble, con la cara curtida por el sol y arrugas labradas por los
años, guantes de camionero y mirada entrañable… no podía ser!.
Me vino a la memoria un flash de la
salida, tres horas y cuarenta minutos antes, la imagen de un hombre
mayor corriendo por mi siniestra. En ese instante pensé que era el
típico gracioso del pueblo que hacía un sprint de 80 metros con
nosotros, los profesionales, y se iba casi moribundo al bar de turno a
recuperar el pulso y el resuello entre risas y finos manzanilla con sus
paisanos. Insisto, no me lo podía creer, y, para más inri, ¡el dorsal
qué lucía sobre su camisa de botones era negro! ¡Ese hombrecillo había
corrido además 55 km el día anterior! Que no, que no, algo falla… ¡y más
sin suelas EVA en las zapatillas! ¡Qué será de sus rodillas sin tan
grata e indispensable amortiguación! Lo que daría por ver la cara de su
cardiólogo cuando, tras la cita y espera en la Seguridad Social
pertinente, le aconsejara de buena fe eso de ‘Usted debería salir a
andar un ratico todos los días, sin prisas, siempre acompañado por algún
familiar, ya que es muy recomendable para su salud’. La respuesta de
Paco supongo que sería, ‘¿80 km piensa usted que estaría bien?’ Yo no
soy de fotos, ni de ídolos, pero me acerqué para hacerme una instantánea
con él, me lo pedía el cuerpo tanto o más que el gel de frutas
hipercalórico y concentrado con cafeína y taurina que me tocaba ingerir
para recuperar mi cansada musculatura tras el esfuerzo cometido. No creo
que Paco venda las mismas camisetas que Messi, ni tenga las novias de
Cristiano, ni millones de seguidores en el Twitter o en el Facebook, ni,
seguro, su cuenta bancaria, pero sus ganas de vivir, para mí,
constituyen un ejemplo para todos, sobre todo en estos días donde
tenemos que agarrarnos a un clavo ardiendo día tras día para levantar
cabeza. ¿Sabéis lo único que me dijo? ‘Cuando sea mayor me lo dejo,
acabo de cumplir los 72…’
Hoy he descargado la foto de 14
megapixeles en mi portátil. Aparecen dos estampas, un producto de
revista especializada y un crack de verdad. ¿Quién es quién? Me guardo
la respuesta. Comentar que taché la inscripción de mi camiseta que decía
‘Soy un Animal’. Ahora luce ‘Soy un producto de marketing’.
Fdo: Miguel López Munuera
El atleta del que hablo en esta carta es
D. Francisco Contreras Padilla. Quedó en el puesto 24 absoluto de la
prueba ANIMAL-Ada ULTRA, completando los 80 km (55 + 25) en un tiempo de
13:15:36.
¡Cuanto nos puede enseñar un atleta con experiencia!
ResponderEliminarDesde luego que si. Hace tiempo que conocía esta historia y la recordé al leer el otro dia que este hombre había acabado la ultra de Loja de 160 km, una pasada.
ResponderEliminarPaco, el abuelo, además ha sabido transmitir esa "locura", a la que tu haces referencia en el eslogan del blog, a varias generaciones.
ResponderEliminarChapeau por Paco; se podrá llegar antes pero no tan lejos!
Mare mía! Q lección! Para q luego pongamos la excusa d la edad para td!! motivación eso sí q es importante!! y un poco de tiempo libre, también ayuda!!
ResponderEliminarMuy bueno el relato.- Esta genial.
ResponderEliminarMenuda sorpresa, me acabo de enterar que mañana correré junto a Paco Contreras, lo mismo hasta me gana este crack de 74 años.
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